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Ideas |

¿Y luego qué hago con todo esto?

La forma natural de pensar que tenemos las personas nos ayuda a solucionar la mayor parte de nuestros problemas. Pero existen algunos problemas que esa forma de pensar, no solo no nos ayuda a resolverlos sino que es la razón de nuestros problemas.

Las personas no somos muy hábiles pensando a largo plazo. A pesar de nuestra gran capacidad de razonamiento e imaginación, como el resto de los seres vivos, estamos adaptados fundamentalmente, para tomar decisiones instantáneas. El largo plazo nos es ajeno, como lo es también la estadística o el pensamiento de redes y sistemas. No quiere decir que no seamos capaces de entenderlas y verlas perfectamente razonables. Significa que nuestro engranaje automático no las utiliza a la hora de tomar decisiones. El pensamiento a largo plazo y el resto, son extensiones que podemos instalar para mejorar nuestra capacidad de tomar decisiones. ¿Pero cómo se hace esto?

Hace poco trabajábamos con una empresa que se ha propuesto reducir sus residuos. Intentan diseñar lo que llaman una estrategia de Residuos Cero. Esto es:

Residuo cero es la conservación de todos los recursos mediante la producción responsable, el consumo, la reutilización y la recuperación de productos, envases y materiales sin quemar, y sin vertidos al suelo, agua o aire que amenacen el medio ambiente o la salud humana” - Definición de Residuo Cero adoptada por Zero Waste International Alliance.

Hablando con el equipo de trabajo de esta empresa, comentábamos que si nos ponemos a pensar en la búsqueda de soluciones en modo estándar, mamífero de la sabana, seguramente llenemos nuestra pizarra con ideas, proyectos y métricas que podemos poner en marcha y, paso a paso, reducir residuos en nuestra empresa. Sin embargo, los residuos no son el problema. No quisiera confundir, claro que son un problema, pero si queremos conseguir soluciones duraderas, los residuos son un síntoma más de un mal mucho mayor que padecemos los seres humanos y afecta al resto de seres vivos del planeta. Para conseguir una estrategia de Residuos cero hace falta pensar en un marco diferente, aplicar nuevas extensiones para poder encontrar la forma de eliminar por completo las causas del derroche de materiales al que estamos acostumbrados.

Existe una herramienta para cuantificar el impacto medioambiental de la actividad humana con una perspectiva sistémica, desde la extracción y el procesamiento de los recursos hasta la producción, la fase de uso, la eliminación y los procesos de transporte. Se denomina Análisis de ciclo de vida (ACV) o Life-cycle assessment (LCA) también conocido como análisis de la cuna a la tumba (Cradle-to-grave analysis). Los ACV se utilizan ampliamente para apoyar las decisiones de estrategias transformadoras: descarbonización de los sistemas energéticos, economía circular, consumo sostenible y, cada vez más, también financiación sostenible. La adopción de este tipo de herramientas puede ser transformador ya que permite relacionar innumerables procesos y generar una visión completa, una visión sistémica. Pero a su vez, conllevan un peligro asociado. Sin un marco común que permita comunicarse a las personas que tengan que tomar decisiones y operar con la herramienta, el modo estándar, no sistémico dificultará la tarea. Por ejemplo, puede crear silos de conocimiento que generen desconexión e impidan reconocer los motivos detrás de los tecnicismos.

Trabajar con herramientas que muestran visión de conjunto y a largo plazo me ha hecho pensar lo útil que sería que añadiéramos una simple extensión a nuestras vidas. Cuando compramos algo, ya sea para la empresa o de forma particular, preguntarnos acerca del futuro de los materiales que estamos adquiriendo. ¿Qué haré con todo esto?

Pensemos juntos algo

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