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Opinión |

Salvar las distancias: el equilibrio entre la urgencia de actuar y la necesidad de diálogo

En este artículo hablaremos del impacto de las palabras en la acción por el clima y de la complejidad de encontrar el equilibrio adecuado entre palabras, pensamiento y acción.

La semana pasada escribía en la entrega nº3 de nuestro boletín (Fün: ideas para la regeneración) un pequeño texto acerca del lenguaje y el contexto de la acción climática que he seguido desarrollando y quiero compartir de manera más abierta en nuestro blog. Te recomiendo que te suscribas a Fün para recibir más contenidos como este.

Dentro de 7 días empieza la principal cita internacional sobre cambio climático. La Conferencia de las Naciones Unidas para el cambio climático (COP28) que se celebrará en Dubai, Emiratos Árabes Unidos, un sitio en el que veo poco probable que se decida dejar de usar combustibles fósiles definitivamente a corto plazo. Sin embargo, la ONU describe a la COP28 como el mayor momento de la historia para rendir cuentas sobre la acción climática. Ya que allí está previsto concluir su primer Balance Mundial, en el que se evaluarán los progresos colectivos del mundo para hacer frente a la crisis climática.

En este contexto, oigo distintas voces de activistas, políticos y periodistas (y por supuesto científicos que lo dicen hace muchos años) que utilizan una y otra vez la frase “es tiempo de actuar” y debo decir que a mí esta frase me preocupa. Por aclarar, entiendo que los datos sobre el camino que hemos seguido para frenar el cambio climático son poco optimistas, describen un progreso insuficiente y que demuestran falta de compromiso, falta de valentía y falta de realismo. Y además comparto la visión que sostiene que contamos con las soluciones necesarias para revertir la situación, no necesitamos una revolución tecnológica o descubrimientos extraordinarios para afrontar el asunto. Sin embargo, lo que en definitiva me preocupa es que detrás de la frase veo la misma forma de pensar lineal que tienen nuestros sistemas económicos: Extraer → Fabricar → Desechar. Es decir, se ha acabado el tiempo de hablar, ahora es tiempo de actuar.

Hay un dicho popular, al menos en Aragón, que dice que si intentas hablar con un guiri y no te entiende, grita más fuerte. Esto es lo que viene sucediendo desde los años setenta. Las conversaciones han sido en diferentes idiomas. Y sin estar de acuerdo, es tiempo de pasar a la acción. Claro que es tiempo de actuar. Llegados a este punto toda acción es poca. Pero no deberíamos insinuar que el tiempo de actuar implica dejar de pensar o dejar de hablar. Es tiempo de actuar, es tiempo de pensar. Y es tiempo de hablar aún más. Y de mejorar las formas en que venimos pensando y hablando. Para poder actuar con la mayor eficacia posible, necesitamos acuerdos radicalmente ambiciosos, compromisos de ejecución y responsabilidad y transparencia en las acciones que se determinen. Todo esto debe ocurrir en un diálogo constante y con esfuerzos de entendimiento, educación e investigación. El movimiento climático ha crecido mucho en la última década y la conciencia social también. Para conservar esa inercia y seguir creciendo hay que cuidar las palabras.

La crisis climática es un problema extremadamente complejo. Y aunque no existen dudas de su existencia, y de que no podemos esperar a entenderlo completamente para actuar sobre él, no deberíamos asociar el uso de las palabras con la inacción. Y serán las palabras justas, si somos capaces de encontrarlas, las que conseguirán unir fuerzas y actuar a tiempo.

Pensemos juntos algo

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