Visión |
Nuevas voces, viejas soluciones
texto
Pablo JimenoUna reflexión acerca de la voz de las culturas indígenas en la toma de decisiones sobre la crisis climática.
Durante la última COP en diciembre del año pasado, leí un artículo que me despertó un interés especial por la conexión con las ideas con las construimos y estamos trabajando en Munkun. El artículo se titula Voces indígenas en la COP28. Y en este momento en que las ideas de regenerar el planeta, vivir en armonía con la naturaleza y no separar la actividad humana de la del resto de nuestros ecosistemas, pareciera que cobran más fuerza que nunca, es fácil pensar que no todos los pueblos transgreden ese límite. Son muchísimos los pueblos indígenas que llevan siglos viviendo dentro de los límites del planeta. Sin embargo, la mayoría sufren más que nadie, las consecuencias del desarrollo de la sociedad industrial y en general sus voces no se oyen.
Nuestro proyecto está inspirado en la cultura indígena. Como contábamos en el arranque de este blog, la palabra munkun es un vocablo mapudungun, la lengua que hablan los mapuche, pueblo indígena de América del Sur, y significa propagar por todas partes. Parte de nuestra labor consiste en buscar voces e historias inspiradoras poco difundidas. Y el conocimiento que estos pueblos tienen, a pesar de no haber sido obtenido a través del método científico, cautiva a muchos científicos que demuestran que hay mucho por aprender.
Extraigo algunos pasajes del artículo y comento:
La base de nuestra alimentación, extraída de la Tierra, se está reduciendo, afectando nuestra capacidad para cultivar y producir alimentos nutritivos, lo que deteriora nuestra salud en general. Esta transformación no solo afecta a los humanos, sino que se extiende a todo el planeta, influyendo en aspectos que van desde la salud hasta la educación y la sociedad. Las comunidades indígenas poseen soluciones, y es imperativo identificarlas e implementarlas.
–Briseida Iglesias López de Guerrero, indígena de Panamá
Cuando vives en sociedades ricas es raro escuchar este tipo de mensajes y normalmente, las únicas soluciones que se plantean a los desafíos medioambientales son tecnológicas. La confianza en que la soluciones tecnológicas llegarán más tarde o más temprano, es uno de los factores que impide que se implementen o que se potencien muchas acciones que podríamos activar en este momento. Además de eso se genera un ciclo destructivo. Por ejemplo la siguiente secuencia:
→ sabemos que una actividad produce mucha contaminación,
→ se financian proyectos que una vez implementados reducirán el impacto negativo de esa actividad,
→ los países ricos adoptan restricciones a la nueva actividad manteniendo el nivel de actividad contaminante previo y se desplaza o vende la tecnología anterior a países más pobres.
Lejos de eliminar el efecto de una actividad sobre el medioambiente lo que resulta es un aumento notable del impacto total. Esta secuencia ocurre en muchos de los sectores más contaminantes de la actualidad, como son la construcción, la industria pesada, el transporte, etc.
Propongo una solución, una que los pueblos indígenas han identificado. La clave radica en la responsabilidad personal. Cambiando nuestra ecología interna, examinando nuestros pensamientos y comprendiendo las consecuencias de nuestras acciones, podemos contribuir a la solución. Cada persona representa un eslabón en el universo, similar a como los componentes del cuerpo humano simbolizan elementos de la naturaleza. Al cuidarnos nosotros mismos, contribuimos al cuidado de la Madre Tierra y a la mitigación de los efectos del cambio climático.
Todo en el planeta está conectado. Las consecuencias de las acciones de las personas afectan a todo el resto. Para poder responsabilizarnos de esas acciones, tenemos que ser capaces de reflexionar de manera individual y colectiva.
En segundo lugar propongo, es hora de plantar el árbol curativo a lo largo de la orilla del río. Es hora de pasar a la acción, no solo hablar de tecnología. Incluso con el apoyo de inversionistas y capitalistas, necesitamos el conocimiento humano sobre la lucha contra el cambio climático para educar a niños y comunidades sobre como plantar los árboles a lo largo de las riberas de los ríos.
Intercambiar las semillas de conocimiento y plantar árboles para curar el planeta, son dos imágenes que resumen claramente el camino que tenemos por delante.
El árbol curativo crece lentamente, con resultados que no son inmediatamente visibles. No resolveremos nada en dos años ni siquiera el próximo año. Al dar vida a un árbol, podemos cambiar nuestra forma de vida. Es crucial luchar contra el cambio climático nosotros mismos y no depender únicamente del gobierno. Somos los creadores de nuestro propio universo, y por ende, debemos cuidarnos a nosotros mismos.
No somos actores secundarios en un escenario fijo, sino protagonistas de una creación moldeable. Durante mucho tiempo hemos inventado muchas excusas mientras estudiábamos nuestro papel. Si queremos que la función siga, hace falta elevar nuestro compromiso, cuidarnos y cuidar el medio que nos sostiene.